Capítulo 32: Confianzuda.

¿Qué acababa de decir? ¿Por qué me confesé de esa manera?

Estaba tan absorta en su amabilidad, comprensión y mimos, que no fui consciente de lo segura que me sentía a su lado y la facilidad con la que salieron las palabras.

―¿Para qué necesitas cuatro mil dólares? ―Arqueó la ceja.

Él podría ser amable, atento y cariñoso, mas no podía permitirme olvidar que la razón por la que llegamos a este punto fue por un contrato fraudulento al que me ató. Si tiene la oportunidad de adueñarse de mi deuda, lo utilizará para amarrarme más a él.

Sin contar, su ferviente desprecio hacía los endeudados. No soportaría que la actitud que toma conmigo cambiara. No luego de haberme tratado tan bien.

Y esas palabras que me dijo en el club campestre, no las olvidaré, por más que estuvieran alimentadas por la rabia.

“Todos los endeudados son una basura y un estorbo para la economía”.

Me rompería el corazón escuchar que se refiriera a mí de esa forma. Me dolería en el alma luego de todo lo que hemos avanzado
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