De un lado a otro. Con sabana, sin sábana. Con almohada, sin almohada. Boca arriba, boca abajo.
No importaba que posición me pusiera, no lograba dormirme. Y mucho más, porque tenía al enemigo al lado, durmiendo plácidamente.
La punzada que sentía en mi antebrazo, retumbaba en el hueso reconstruido. Y no hallaba que lo calmara. Ni los malditos remedios naturales que me estaba dando Derek, ni los inútiles analgésicos sin receta. Lograban calmar parte del dolor, pero no se iba en su totalidad.
Mi cuerpo se sentía en un estado de alerta descomunal, incluso, llegué a temblar por razones desconocidas. Mi cuerpo estaba jugando en contra, me sentía fuera de mí.
―Duérmete ―La voz adormilada de Derek llegó a mis oídos.
Lo miré. Continuaba con los ojos cerrados. Su mano me buscó, pero yo lo aparté.
Seguía molesta. No hab&
Parpadeé, insólita. Las palabras de esta mujer retumbaban en mi cabeza. Sentí que el oxígeno dejó de circular en mis pulmones y que la razón perdió la batalla. El pecho me dolía fuertemente. ―¿Buenas? Señor Fisher, ¿está ahí? Unas manos sujetaron mis caderas, manteniéndome en el lugar. De pronto, una de las manos de Derek fue al celular en mi oreja. No pude ni reaccionar. Estaba anonadada ―Diga ―respondió con voz ronca. Nuestros rostros estaban a milímetros de distancia. Su brazo rodeaba mi cintura. Incluso, me estrechó aún más a su pecho desnudo y caliente. Me quedé viendo su rostro, detallando sus rasgos, preguntando si era un impostor quién tenía en frente. Desconocía el hombre que tenía mi cintura agarrada y que se negaba a verme a los ojos. ¿Me está engañando? ―Sí, sí ―respondió con prisa, desviando la mirada.“Sí, sí” La mujer le debe estar preguntando si debe venir esta noche después de que me duerma. ¿Él acaba de acceder? El corazón se me estrujó como papel. Era im
―¿Desde cuándo? ―pregunté, tratando de no sonar herida―. ¿Fue solo con Sophia o hay más? ―Erika, no te estoy engañando con nadie. ¿Sacas todas esas conclusiones solo porque me llamó una empleada? ―Se levantó de la cama. Por suerte, tenía un pantalón de pijama. No sabría muy bien que hacer si lo encontraba desnudo. Aún no me acostumbraba a verlo en todo su esplendor.. ―Deja de mentirme ―supliqué, cansada. Y entonces, se me vino a la mente. ¿Y si todo esto era un plan? ¿Quería enamorarme para luego lastimarme de esta manera porque lo rechacé en el pasado? ¿Siempre estuvo en sus planes serme infiel, humillarme? ¿Se divertía burlándose de mí mientras estaba con otras mujeres? Los pensamientos eran mucho más horrorosos según pasaban los segundos. Me invadían más y más dudas. ¿Jamás me amó? ¿Me enamoró y me encerró en un trato matrimonial para no poder escaparme y tener que soportar sus infidelidades? ―¿Era parte de tu plan? ¿Querías enamorarme y después serme infiel? A pesar de todo
Descansé la espalda contra la puerta, sintiendo la vibración de los golpes y mi corazón latir con prisa, a punto de salirse de mi pecho. ―Erika, escuché cuando entraste. Abre. Necesitamos hablar. Mantuve la calma. Yo; estaba en una habitación con seguro y con mi peso funcionando de refuerzo. Él; estaba del otro lado de la puerta con sus bolas adoloridas. No lograría entrar.―¡No tengo nada que hablar contigo, infiel! ―Le grité.―¡Erika, no te he sido infiel! ―gritó, pero su voz no era potente como de costumbre. Me preguntaba si la voz le cambió por el golpe en las pelotas o porque no quería que sus empleados escucharán―. Sal para que hablemos de esto. Creo que algunas de las infusiones que estás tomando te crea alucinaciones, porque estás diciendo puras incoherencias. ¿Me estaba llamando loca? ―Yo sé perfectamente de lo que estoy hablando. No dejaré que me trates de loca. ¡Y que no se te olvide que estoy tomando esas infusiones por tu culpa! ―Erika ―respiró profundo, usando un to
―Muy bien, Erika. Ya es suficiente. Tu faceta celosa dejó de excitarme, así que sal ―habló con convicción. ¿Estaba excitado? Qué hombre más vulgar. ―No tengo hambre ―dije, acompañado de un rugido de tripa que no escuchó, por suerte. ―¿Sabes qué esta es mi casa? Poseo las llaves de cada habitación. La única razón por la que sigues allí adentro es porque te he dejado comportarte como una niñata. Pero no más. Tienes media hora antes que abra la puerta ―habló con seriedad. Una vez que se fue, me levanté con prisa de la máquina. Tenía que apurarme y salir de aquí antes que Derek abriera la puerta. Salí, cerrando la puerta con extremo cuidado. Me giré sobre mis talones, chocando contra un cuerpo firme y fuerte. Unos brazos rodearon mi cintura. ―Que fácil eres de leer, sabía que saldrías ―La voz alegre de Derek retumbó en la habitación. Me besó las mejillas como un bobo enamorado. Actuaba como si jamás le hubiese pateado las bolas y acusado de infiel. ―¡Suéltame! ―Vamos a
―Relaja el cuerpo ―dijo y lo obedecí―¿Estás bien?―Sí, estoy bien ―respondí en voz baja, avergonzada de mi propio deseo.Debería estar insultandolo, golpeándolo. Le descubrí una amante, pero aquí estaba, ofreciéndome ante él. Porque no era capaz de enfrentarme a mi lujuria.―Bien ―exhaló con fuerza, liberando tensión.Supongo que estaba preocupado que lo rechazara y dejar esto a media.Sentí como se abría paso en mi interior, implacable. Mis pliegues cedían con facilidad. Era un cosquilleo que me erizaba la piel.Me llenó por completo, hasta el punto que su cuerpo hacía contacto con mis nalgas. Su mano presionaba mi espalda, enroscado el camisón en esa zona. Me mantenía contra la mesa mientras bombeaba sin contemplación.Mis caderas subían y bajaban a su
Su mano bajó de mis pechos a mi entrepierna, acariciando mi zona sensible. Chillé, sintiendo que mi cuerpo entero sufría un cortocircuito. No pude resistir mucho. Mi cuerpo entró en un estado que variaba entre la relajación y el placer absoluto. Un chorro abandonó mi cuerpo, acompañado de un estado de éxtasis del que no podía salir. Abrí los ojos con impresión al sentir aquel líquido empapar mis muslos y caer en el piso, mojando mis pies descalzos.Una vez que expulsé todo lo que había en mi interior, cerré los ojos al momento de sentir mi visión borrosa.Era consciente de cada poro de mi piel, de cada exhalación que abandonaba mi boca. Y de las últimas embestidas de Derek hasta correrse en mi interior, llenándome. Estaba sufriendo calambres en aquella zona, pero los estragos del orgasmos seguían intoxicando el umbral del pla
Otro maldito día; la misma testada rutina, la misma insípida comida, la mayor parte de mi día trabajando en una aburrida oficina, tolerando a una arrogante y prepotente jefa. Apenas llegue a mi casa veré por décima vez en esta semana la película: quiero matar a mi jefe. Estuve matándome estudiando para terminar siendo la asistente de una infeliz millonaria clasista y sin corazón. Me endeudé en la universidad, pagando una costosa matrícula la cuál aún debo, ¿para esto? ¿Esta era mi gran meta en la vida? No sé qué es peor, ¿tener a la peor jefa del mundo o que la peor jefa del mundo sea mi ex compañera de universidad que siempre me detestó? Por algún motivo que no entiendo, siempre estuvo en mi contra. Si yo decía que el pasto era verde, ella proclamaba que era amarillo. Si decía que el océano era azul, ella juraba que era rosado. La vida era tan injusta. Mientras yo me endeudaba para poder pagar la universidad, ella iba a grandes fiesta, nunca estudiaba y pasaba los semestr
Se me cortó la respiración. Llevaba años sin verlo en persona, específicamente desde los veintiuno. No podía negar que este hombre siempre fue atractivo hasta el punto de ser doloroso. Y los años solo lo mejoraron y le dieron un aire de madurez y sofisticación difícil de pasar por alto. Su estatura rozaba el metro noventa, sus piernas eran largas y bien definidas. Sus hombros anchos cubiertos con el traje de vestir. Siempre tuvo una contextura envidiable, no era ni muy robusto ni muy flaco, un equilibrio perfecto entre ambos. Me preguntaba cómo se vería sin camisa, que tanto se le marcarían los músculos. Me encontré con su mandíbula marcada y las facciones de su rostro eran armoniosas. Su cabello negro azabache estaba peinado hacía atrás y sus ojos grises creaban un gran contraste con su piel pálida. Jamás lo negué, físicamente me atraía, pero su personalidad me alejaba. Un brillo burlón bailaba en sus ojos grises. No sabía que expresión tenía mi rostro, pero debí que