—¿Por qué me trajiste aquí a la fuerza? —exclamó ella—. ¿Qué es esto? Entonces, si tú no mataste a Lisardo, ¿lo hizo tu madre, el resto de tu familia?
—¡Basta! Ellos son mi familia, Elisa, crecí con ellos, ¿Por qué los acusas de algo tan cruel?
—¡Es la m*****a verdad! Mataron a Lisardo, ¡deje mi teléfono! Mi teléfono quedó en el muelle, ahí está grabado todo, Leander, todo lo que tu madre dijo.
Leander se levantó, la mirò incrédulo, pero llamó a uno de sus hombres.
—Vuelve al muelle donde encontramos a mi madre, y busca un teléfono móvil, búscalo donde sea y tráelo a mí.
Leander colgó la llamada, la mirò fijamente.
—Esperaremos.
Ella lo mirò a los ojos.
—Entonces, según tú, yo maté a alguien por este corazón.
Ella no dijo nada.
—Ya lo dije, tu madre fue quien dijo que estabas de acuerdo con matar a tu gemelo.
—¿Cómo pude hacerlo? Estaba muriendo, Elisa, ni siquiera supe que tenìa un trasplante, hasta que ocurrió el milagro.
—¡¿Milagro?! Lo que llamas milagro es la muerte de un hombre i