127: Buenos comienzos, finales infelices.
El amanecer del miércoles en Zoryak llega con nuevos buenos comienzos, pero también con finales infelices.
Angela, recuperada totalmente de su herida, recostada del pecho de su compañero, sonríe. Ahora puede sentir todo lo que él, y es lo más puro y más hermoso que jamás haya sentido en toda su vida.
Él abre los ojos, y tanto la humana como su loba se estremecen hasta la medula.
—Estás aquí —murmura Raphael, acariciando su rostro, con lágrimas repentinas.
Angela se conmociona. Le limpia las lágrimas, besa su mentón, su mejilla, y se aprieta a su cuerpo.
—Sigo aquí y estoy bien… Gracias a ti.
—Me salvaste —añade el hombre. No quiso hablar de esto ayer, pero necesita decirle: —Jamás vuelvas a hacerlo. No soportaría perderte.
—Ni yo a ti, Raphael, así que no puedo prometerte no cuidar de ti cuando sea necesario…
—Pero Angela…
Ella desliza la mano por su pecho vestido en una camisa sin mangas. Él suspira tembloroso, su lobo usualmente tranquilo muy ansioso. La mano se desliza por su cuell