Aquella tarde fue la mas lluviosa, algunos de mis compañeros jugaban fútbol entre la lluvia mientras que las mas delicadas se marchaban cubriéndose el maquillaje con sus mochilas.Las escuchaba quejarse y se reprimían lo mucho que odiaban la lluvia.
Elia y yo aprovechamos el clima, y lo ocupamos a nuestro favor para poder quedarnos y esperar al profesor. Nos sentamos en las mesas anaranjadas que se encontraban frente a su aula, donde por primera vez le confesé a Nico mi atracción hacia el profesor.
Pretendimos nos ser tan obvias y nos sentamos en la penúltima hilera ya que en la última la lluvia alcanzaba a mojar. El lugar estaba casi frente a el cuarto de los conserjes, a unos metros de un pequeño jardín que nos separaba de los baños.