Cat

Dormí durante dos días y dos noches, lo supe al despertar.  Lo que yo pensaba que había sido una pequeña siesta, se había convertido en un sueño profundo, dos días completos, que al parecer pasé como invitada en la casa de la Manada de mi enemigo: el Alfa Dean.

Desperté rodeada de médicos y de mi madre, todos ellos mirándome como si fuera un extraterrestre recién caído de los cielos.

- ¿Qué hora es?-lo pregunté creyendo que solo habrían pasado unos minutos, y fue cuando conocí la realidad.

- Dejadme con la invitada, por favor.- la que habló fue mi madre, y aunque hacía tiempo que no se comportaba como la Luna que había sido para mi manada, todos los presentes la obedecieron sin hacer ningún tipo de comentario.

Ella esperó pacientemente a que salieran, y cuando el último de los doctores hubo salido por la puerta,se abalanzó sobre mi, cubriéndome el rostro de besos.

- Cat, llevaba tanto tiempo queriendo verte…

-Pues era fácil encontrarme, madre, vivía en la misma casa en la nací y crecí, la que tú abandonaste para apoyar a nuestros enemigos.

- Cat, Cat… no seas injusta, tú no sabes lo que yo aguanté a manos de tu padre… él me pegaba, y no me fui hasta que no me quedó más remedio, la noche que huí, me dio tal paliza, que creí que no sería capaz de volver a andar. Llegué a esta manada al límite de mis fuerzas, ojalá supieras lo dura que ha sido mi vida.

- Madre, no puedo creerte. He vivido en la misma casa que mi padre y tú, y nunca vi esos ataques de los que hablas; nunca presencié las escenas que relatabas en la carta que me dejaste. De hecho, se la mostré a mi padre, y él dijo que eran estos lobos los que te habían pagado para decir esas cosas sobre él.

Mi madre se rió con un sonido cínico y extraño que no le había escuchado antes, y me sorprendí, porque uno siempre cree que conoce a la familia con la que vive, a fin de cuentas somos de la misma sangre. Sin embargo, el sonido amargado qu brotó de los labios de mi madre, parecía propio de otra persona.

- Cat, puedo imaginar perfectamente lo que tu padre te habrá dicho sobre mi, de hecho, supongo que lo habrá hecho público,supongo que nunca podré volver a pisar el mismo suelo que sus partidarios; pero te aseguro, que si huí, no fue porque quise,sino porque no me quedó más remedio. Esta manada me ha dado un techo sobre el que resguardarme, y si, a cambio le he dado cierta información sobre nuestro territorio.

- ¿Cómo puedes decir eso tan alegremente? ¿Te das cuenta de que seguramente hayamos perdido la guerra por tu culpa? ¿Eres consciente de que mi padre ha muerto por tu culpa?

- ¿Acaso has visto a tu padre muerto, Cat?

Mi madre hablaba con tono frío, casi gélido, como si la persona que pronunciaba esas palabras no estuviera dentro de su cuerpo.

- No, nunca lo vi morir, pero cayó en combate; de no ser así, él no hubiera permitido que la manada enemiga me capturara.

- No sé, Cat, me sorprendería mucho que ese saco de basura haya muerto; lo he visto usar esas artimañas en innumerables ocasiones.

- Por favor, madre… deja de hablar en ese tono sobre mi padre.

- Si quizá sea lo mejor.-murmuró mi madre en un tono tan bajo que apenas llegó a mis oídos.- de todas formas, yo no quería hablar contigo de ese tema.

-¿Y de qué querías hablar, madre?

- De tu futuro, mi querida hija.

- Mi futuro…ojalá lo tuviera claro, pero tal como están las cosas, supongo que me resultará imposible volver a casa.

- No, Cat, no puedes volver a la antigua manada. Cielos, tienes suerte de que Alfa Dean sea piadoso, de lo contrario ya habría obligado a que te despertaran.

- ¿Piadoso, dices? ¿Has visto el estado en el que ha quedado tu antigua casa de la manada? ¿O es que ya ni siquiera te importa lo que allí suceda?

- Cat, los he oído hablar después de cada batalla, ellos han planificado con mucho cuidado los objetivos a atacar, se han centrado en objetivos sin personas inocentes.

Cat intentó explicarle lo que su padre le había contado cada vez que había regresado a casa, ya que ella se ocupaba de la defensa del edificio central de la manada. Su padre le había hablado de muchas bajas, de casas derruidas, quemadas, de muertos y aldeanos huidos, pero ella nunca lo vio, así que guardó silencio, no convencería a su madre con las palabras de su padre.

- Aunque así sea, madre, no veo como afecta esa supuesta caridad hacia mi manada.

- Pues es sencillo, Cat. Alfa Dean es muy apreciado entre los miembros de su manada, está muy bien valorado, al contrario que tu padre, y si quieres sobrevivir a esta situación, tu mejor opción es reconocer su soberanía, su autoridad, reconocer que crees en la leyenda que se narró desde tu nacimiento.

- Pero esa leyenda dice que tengo que ser su Luna.- grité un poco desesperada por lo que las palabras de mi madre implicaban.

- Lo sé, Cat, pero supongo que eres consciente de tu delicada situación; después de perder la guerra,y teniendo en cuenta que llegaste aquí sola, sin nadie que te apoye, tu mejor opción es aceptar la propuesta de unión con Alfa Dean. Cualquier otra decisión dará con tus huesos en una celda, te lo aseguro.

Me quedé callada, sintiendo rabia en mi interior porque en el fondo sabía que mi madre tenía razón, que yo estaba sola, desamparada, sin casa, y sin amigos, sin nadie que me apoyara salvo ella, y ella me pedía que aceptara el destino que me fue marcado con mi nacimiento.

No dije que no, pero tampoco dije que si, es posible que no me quedara mucho tiempo para decidirme, pero aprovecharía hasta el último segundo para tomar mi decisión,no era fácil, y yo ya no tenía nada claro.

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