Estoy soñando con Belli y su sonrisa, sin embargo, algo me grita que despierte y abro mis pesados párpados. El auto está volcado, la sangre sube a mi cerebro y el zumbido en mi oído me tiene desesperado. Todo me duele, específicamente la cabeza, siento que me va a explotar. Suelto el cinturón y caigo de golpe, golpeando la costilla con la palanca de emergencia.
—¡Maldición, ouch! —bramo y gravitó la mamá de Belli a mi lado.
—¡Muévete, chico bonito! —me apuraba Dilys—. Estaban los tres inconsciente y no sé si este auto explotará, para colmo esos hombres se están tomando su tiempo hablando por el celular. Han dicho que el trabajo está hecho —no deja hablar y aumenta mi dolor.
—Te puedes calmar, Dilys, me duele todo —toco mi frente tiene un gran charco de sangre.
A mi lado Reuben está inconsciente, toco su pulso del cuello y es lento, pero sigue vivo. Suelto su cinturón de seguridad y lo sostengo para que no se golpee tanto al caer. Salgo por la ventana, el vidrio incrustándose e