Alejandro y Rodrigo llegaron apresuradamente al hospital.
Se dirigieron rápidamente hacia la puerta de la sala de enfermedades, justo a tiempo para ver a un grupo de personal médico saliendo de allí, con expresiones sombrías y sosteniendo diversos equipos médicos.
—¿Cómo está Noa? —Rodrigo, pálido por la angustia, agarró al médico a cargo con urgencia, sus ojos revelaban una ansiedad sin límites.
El médico frunció el ceño y les dijo: —La paciente ya estaba débil físicamente, y ahora ha sufrido un gran golpe emocional. La situación no es buena.
Sus palabras hicieron que Rodrigo y Alejandro sintieran un peso en el corazón, como si una gran roca los aplastara, pesada y dolorosamente.
El médico, visiblemente nervioso, se secó el sudor y continuó: —Hace poco la paciente sufrió un shock y solo se recuperó después de recibir oxígeno, ¡pero su estado mental sigue siendo preocupante!
Rodrigo sintió un dolor agudo en el pecho y entró apresuradamente por la puerta.
—¡No, no!
Noa estaba siendo suj