Los ojos encendidos de Esperanza lo miraban fijamente. Bajo la vigilancia total de innumerables cámaras, solo podía mostrarle una sonrisa muy profesional y coquetear lo mejor que podía.
Pero su rostro rígido no podía engañarla a sí misma, ni tampoco al hombre frente a ella.
En este momento, en la otra punta del monitor de la suite.
Pol estaba sentado en la sala de control, observando cada mínimo movimiento de los dos a través de la pantalla gigante.
La suite estaba equipada con cámaras de alta definición y micrófonos. No solo las conversaciones eran audibles, incluso la respiración se escuchaba claramente.
—Esperanza, no esperaba verte aquí.
Juan levantó una ceja con una sonrisa burlona, y comenzó a hablar sin escrúpulos—Desde la última vez que nos vimos, te he extrañado muchísimo. No he dejado de pensar en ti, ¿cuándo volveremos a encontrarnos? No esperaba verte esta noche.
—Yo tampoco te esperaba verte aquí, Juan. La amplia sonrisa en la comisura de los labios de Esperanza no parecía