Capítulo1687
Alejandro se quedó rígido y, con el corazón acelerado, dejó caer los trozos de pollo en la sartén.

Las salpicaduras de aceite alcanzaron su mano y brazo, causándole dolor. En ese momento, abrió y cerró sus delgados labios en una expresión incómoda y dijo: —Tío Juan.

—¿Conduces en todo momento? ¿Eres muy bueno conduciendo, chico?

Juan refunfuñó ligeramente y estiró el cuello para echar un vistazo a la sartén. —No sé si esa pequeña golosa, Clara, lo ha olido o no, pero de hecho seguí el olor. Huele a algo quemado.

Alejandro se sobresaltó repentinamente y se dio cuenta de que aún no había sacado los trozos de pollo que había puesto en la sartén antes.

Con prisa, agarró una cuchara con agujeros y, cuando finalmente los sacó, los trozos de pollo ya estaban dorados.

Alejandro frunció el ceño con gran frustración y recordó de inmediato la primera vez que Julio probó su habilidad culinaria y pronunció una serie de "fracasos". Fue un sonido desalentador.

—¡Ay, está bien! Entiendo tu intención,
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