Al regresar a la sala, Pol se enfureció y se sirvió un vaso de licor fuerte para aliviar un poco la tensión.
—Señor García, no vale la pena enojarse con ese estúpido, — lo consoló rápidamente Rubén. —Ya ha perdido, es solo una lucha desesperada. Lo que hizo al revelar información sobre Diego, con la inteligencia de la señorita Clara, pronto lo descubrirá, o más bien, es probable que la seguridad ya lo haya descubierto. Solo falta actuar. Manténgase tranquilo y espere a que la familia Pérez intervenga para resolverlo. Y entonces, todo estará terminado.
—Esperanza, ¿qué está pasando? — Pol miró fríamente a Esperanza, quien estaba acurrucada en un rincón. —Nunca te he ordenado que te presentes en público, ¿por qué apareciste allí con Leonardo esta vez?
—Yo...
—Oh, señor García, permítame explicarle la situación—intervino con gran rapidez Rubén. —Investigué un poco y resulta que Leonardo insistió en que la señorita Esperanza fuera a acompañarlo. Nuestro personal lo impidió y eso lo volvió