En realidad, las flores fueron preparadas por Celeste desde hace tiempo.
Sabía que esta batalla seguramente sería victoriosa. Con Javier a su lado, el triunfo estaba totalmente asegurado.
Después de enviar flores de forma anónima, Celeste caminó discretamente sola hacia el estacionamiento.
Sus largas pestañas se movían suavemente, y su corazón temblaba con ligereza.
Recordando a Javier en la corte, vestido con un impecable traje negro de fiscal, elegante y en pleno apogeo, debatiendo y hablando apasionadamente, sus cejas y ojos guapos como estrellas, obligaron a los malhechores a revelar su verdadera naturaleza. Su rostro se volvió gradualmente de un rubor ardiente al recordarlo, su corazón latía descontroladamente.
—Ya que has venido, deberías saludarme antes de irte, Celeste.
Una voz familiar sonó desde atrás, clara y suave junto a su oído.
Celeste detuvo abruptamente sus pasos, inhaló profundamente y se volvió lentamente.
Javier aún llevaba el uniforme de fiscal, con una estricta p