Alejandro apretó fuertemente su camisa, sintiendo un profundo dolor en su interior.
Al escuchar estas palabras, Enrique frunció ligeramente el ceño.
—Clara tenía miedo de que ustedes y Alejandro, se preocuparan, así que me suplicó que guardara este secreto. Pensé en tu grave herida en ese momento, temiendo que te afectara. También pensé que si se filtraba la noticia de que Clara no podía tener hijos, no tendría un lugar en el grupo Hernández en el futuro.
—Por todas estas razones, elegí escucharla y ocultárselo a ustedes. En ese entonces, ella era solo una joven, no entendía nada— se quejó Fernando con el corazón apesadumbrado.
—Todo es mi culpa, Fernando y Alejandro. Por favor, castíguenme, aceptaré cualquier castigo.
¿Cómo puedes ser tan ingenua, Clara?
Sin dejar que Adrián terminara de hablar, Alejandro, con una mirada helada, dejó a los tres plantados en su lugar y corrió fuera de la mansión.
—¿Alejandro?
Adrián estaba a punto de seguirlo, pero Fernando lo detuvo: —Déjalo ir. Aleja