—En el futuro no volveré a ignorar tus llamadas. Si vuelve a pasar algo similar, contáctame en cualquier momento y seré el primero en buscar una solución para ayudarte.
Manuel me seguía mirando con cara de culpabilidad, y sus palabras me conmovieron, aunque mezcladas con su deseo de que Armando no volviera a aparecer en mi vida.
Sin embargo, su intención era por mi bien, así que me sentí algo conmovida en mi interior.
—Entiendo, gracias.
Miré a Manuel con gratitud. Aunque nuestra relación no había avanzado muy rápido, durante este tiempo juntos, Manuel ya me había tolerado mucho.
Mi estómago gruñó incómodamente en ese momento. Miré a Manuel avergonzada, sin saber qué decir.
Desde anoche cuando invité a Gala a comer en el puesto callejero, había pasado mucho tiempo y no había bebido ni una gota de agua. Ya estaba sufriendo de hambre.
Al ver mi expresión avergonzada, Manuel no pudo evitar sonreír. Luego me miró y habló con ternura.
—No has desayunado, ¿verdad? Te llevaré a desayunar.
—No