Capítulo 8
Al escuchar estas palabras, Sebastián se hundió en su pecho y comenzó a llorar de manera contenida.

Sofía lo acompañó esa noche a ahogar las penas en alcohol. Con unas copas de más, terminaron en la cama y durmieron hasta el otro día.

Al día siguiente, cuando Sebastián despertó con una fuerte resaca, finalmente recordó mi situación.

—Sofía, tengo que ir a buscarla.

—Si ella me quiere tanto que hasta es capaz de hacerse a un lado para que nosotros estemos juntos, tú también lo harás, ¿verdad?

—Cuando regrese, tú te quedas en la oficina, ella aquí, y seguiremos como antes, ¿te parece?

Sebastián habló con ternura, con un brillo de esperanza en los ojos.

Recién salida de la ducha y envuelta en una bata, Sofía se tensó al escuchar esto, pero asintió lentamente.

Justo cuando él estaba a punto de reservar el vuelo, sonó su celular.

—Sebastián, Yolanda se llevó toda la plata de su cuenta al extranjero.

—Me temo que el contrato ya no sirve.

El celular cayó sobre la cama con un golpe seco.

—¡Imp
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