Sofía abrió la boca dispuesta a responder, pero vio cómo Sebastián dirigió una mirada gélida al gerente del hotel antes de pronunciar con frialdad: —La boda queda cancelada. Pagaré todos los gastos.
Sin esperar respuesta, señaló hacia su asistente que se acercaba apresuradamente: —Encárgate de todo.
Al ver que Sebastián se disponía a marcharse nuevamente, Sofía sintió que el pánico se apoderaba de ella.
Sin importarle nada más, se abalanzó para agarrarle el brazo, suplicándole entre lágrimas: —Hazlo por el bebé al menos. ¿De verdad quieres que nuestro hijo nazca sin un apellido?
Al escuchar estas palabras, Sebastián entrecerró los ojos y la fulminó con la mirada.
Con expresión impasible, le quitó la mano de un tirón y le respondió con dureza: —Desde el principio te dije que no me iba a casar contigo. ¡Ya es muy tarde para estar rogando!
Dicho esto, se marchó sin voltear, dejando a Sofía plantada ahí mientras se echaba a llorar.
El asistente miró a Sofía, que estaba en shock, y luego