La ausencia de Morgan en la junta no sorprendió a Ivar, mucho menos a Esther. Todos los ejecutivos estaban ansiosos por trabajar con el señor Haugen, conociendo su trayectoria, podían apostar que la empresa mejoraría aún más.
Cuando finalizó la reunión, Ivar entró a su nueva oficina, parecía un cascarón viejo que con el tiempo se encargaría de personalizar.
—Llama a tu directora de diseño de joyería —dijo mientras le daba la espalda a Debbie.
—¿A Morgan? —preguntó sorprendida.
—Sí, dile que quiero hablar con ella con urgencia… —Cuando volteó hacia Debbie se dio cuenta que no era la misma chica que h