Narra David De María
Nos quedamos dormidos, casi de inmediato Alondra y yo, estábamos muy cansados de todo el día, caminando y conociendo. Al día siguiente muy temprano, yo empecé a empacar todo y dejé dormir un poco más a Alondra, amaba verla así, plácidamente descansando, sin que nada importunara su sueño. Ella al poco tiempo, se despertó y yo, le llevé un café recién hecho, en la cafetera de la habitación.
–Buenos días, mi consentida, se ve que has descansado, muy bien – Le di la taza de café humeante y un tierno y apasionado beso – Te amo, tómatelo preciosa, ya tenemos que salir, en poco tiempo.
Teníamos que estar listos, antes de que viniera Sabadelle, como siempre con sus impertinencias, así que teníamos que apurarnos, para cambiarnos y estar lo antes posible.
–Está bien mi amor, me lo tomaré, muchas gracias – Dije llena de felicidad – Te amo, David De María Ramírez.
–También te amo, Alondra.
Ella se tomó el café y yo, tomé también una taza y cuando terminamos de hacerlo, ella