Narra David De María
Ese día, después de ver a mi madre, me quedé pensando muchas cosas, entre ellas que ya lo mío con Alondra, por este pleito que habíamos tenido, se había dañado demasiado y el único culpable de todo, era yo. Me salí un rato del piso para caminar por la Gran Vía, al menos para ver tiendas o algo, que lograra despejar mi mente, para no estar pensando tanto en ella, en Alondra, pues nada ganaba con hacerlo, tenía que esperar a que mi madre, me llamara para decirme, sí había logrado convencerla de quedarse, por ir distraído choqué con alguien y lo derribé al suelo.
–Lo siento mucho – Me disculpé – Espero que, se encuentre bien.
–Sí, me encuentro bien – Dijo Sabadelle, de lo distraído que iba, no me di cuenta que era él – De María, parece que te ha arrollado el tren.
–No me ha arrollado nada, joder – Lo ayudé a ponerse en pie – Es que, la salida de anoche al bar de Romina, no ha resultado, para nada bien. Me he peleado de muerte con mi amada Alondra.
Tenía que decirle