Mundo ficciónIniciar sesiónAila POV
El silencio que siguió a la revelación de la profecía fue peor que cualquier grito. Era un silencio denso, pesado, lleno de imágenes de pesadilla: la fortaleza de obsidiana, el sacrificio de mis hijos, y un mundo sumido en una noche sin fin.
El pánico, una marea helada, comenzó a subir por mi garganta, amenazando con ahogarme. Me vi a mí misma como ellos me veían: un recipiente, un altar de carne y hueso.
El horror era tan absoluto que sentí que mis rodillas iban a ceder.
—Bien.
La palabra, pronunciada por Damián, fue tan inesperada y tan cargada de una determinación fría que cortó de raíz mi espiral de







