Cuando llegué a la habitación de Bruma, no tuve ni que tocar la puerta. Al parecer, me estaba esperando y abrió tan pronto como vio mi sombra en el umbral inferior. Mi cara lo decía todo y me invitó a entrar.
—¿Dijiste que querías hablar conmigo? —pregunté cuando estuve ya dentro.
Bruma asintió.
—Estoy desesperada, porque yo seré o próximo en salir —dijo, con las manos juntas, como en oración— Soy la última de los junior en mi equipo y, con sua ventaja, ustedes vai a ganar.
Suspiré. No sabía qué podía hacer yo para ayudarla y temía lo que pudiera llegar a pedirme, o insinuarme, ahora que me había descubierto con Héctor.
—Bueno, eso puede ser cierto, ¿pero qué puedo hacer para ayudarte?