Me gasté un poquito de más de lo que había pensado en el vestido, pero es que estaba divino y me enamoré no más verlo.
—¡Estás para comerte con crema batida! —dijo Rubí cuando me lo vio puesto. Ya sé, a veces puede ser un poco soez, pero así es ella y me sentí halagada con lo que dijo, pese a que sonó un poco a coro de canción de reggaeton— Si ese CEO no se enamora de ti al verte con este vestido, es porque lo suyo deben ser los hombres, Esma.
—Ru, que no es no una cita —dije mientras me repasaba en el espejo del mostrador—. Solo vamos a hablar como dos personas que no se atraen, como si fuera una reunión de negocios.
—Ay, Esma, eso no te lo crees ni tú. Si fuera as&