Minutos más tarde y llegados al estacionamiento, Leia miro agradecida que su auto ya tenía sus cosas en el interior.
—Ah, las chicas son geniales… hicieron entrar todo — dijo al abrir el auto, saber que no volvería le fue de gran ayuda.
—No planearás que vayamos en esto, ¿cierto? – la fría voz del rubio a su espalda la hizo voltear.
—¿Por qué no? – dijo y sonrió -… nos llevará a donde necesitemos— aseguró al dirigirse a su lado— sube— animó.
—De ninguna manera, bajaremos tus cosas e iremos en mi auto— dijo el joven —entrégame las llaves.
Leia resopló cansadamente — De cualquier forma, mi auto tiene que venir conmigo… así que subes, o nos sigues y corres el riesgo de perderme&hell