Con su respiración agitada escuchó sus preguntas, ella tragó difícilmente —mi auto se averió— mintió y él sonrió —él me trajo… ah, Nicoleta… la tormenta no me deja escucharte bien… hay interferencia — volvió a mentir cuando el rubio alzó su pierna para colocarla sobre su hombro y tener mayor acceso al néctar de su sexo.
Entiendo… niña, si necesita que vaya a asear la casa solo dígalo –
—No Nicoleta, de ninguna forma… estoy en eso… gracias…
Caleb deslizó su lengua a su intima entrada y Leia no pudo más, apartó el móvil de su rostro y cortó la llamada… jadeó y gimió al mantener apretado su dedo sobre el botón rojo que apagaría el dispositivo, el m