Mundo de ficçãoIniciar sessão~ Dante ~
El aroma a químicos y tierra removida nunca desaparecía por completo en la fábrica principal, pero hoy olía a traición. El ataque de mi padre, Marco Moretti, había reabierto una herida que yo creía tener controlada. Me encontraba en la sala de destilación, una de las áreas más seguras, observando las tuberías de acero pulido. Marcus, un viejo amigo que se convirtió en mi sombra y mi espada, estaba junto a la entrada, silencioso y vigilante. — Tuviste que verlo, Dante — Dijo Lucas, entrando con la urgencia que le había visto por primera vez, estaba pálido. — ¿Qué pasó? — El mercado está en peligro, seis de nuestros distribuidores recibieron la muestra del producto adulterado. La llaman "Loto Negro Alfa" Apreté la mandíbula. Mi padre no solo quería robar mi producto, mi droga, quería humillarme, demostrar que mi versión del Loto Negro era inferior, que yo era inferior. — ¿Quién vendió la fórmula? — Pegunté, la voz baja y controlada. — No lo sé, juro que lo estoy investigando — Dijo Lucas, secándose el sudor de la frente. — Yo te lo diré, el traidor está en la base. Alguien que tiene acceso a la fábrica, porque esa fórmula no la sabe cualquiera. Di una señal con la mano, y dos de los capataces del turno de noche fueron traídos a rastras. Sus ojos estaban inyectados en sangre, no de drogas, sino de puro terror. — No perderé tiempo en interrogatorios, el tiempo es oro para mí. — Dije, mirando al capataz más viejo, un hombre que juraba lealtad a los Moretti desde que yo era un niño. El hombre se arrodilló, balbuceando excusas y súplicas. — ¡Señor Dante, le juro que no fuimos nosotros! ¡Nosotros no! — Marcus — Dije, ni siquiera tuve que mirar a mi guardaespaldas. Marcus no era un torturador, era un artista del miedo. Se movió con la fluidez de un depredador, sacó de su chaqueta un objeto pesado, no un arma de fuego, sino un mazo de goma grueso, diseñado para no dejar marcas, solo dolor. El primer golpe impactó en la pierna del capataz con un crack seco que resonó en el amplio espacio. El grito del capataz fue ahogado por su propia mano. El otro hombre, al ver el colapso repentino de su compañero, perdió el control y cayó en un llanto histérico. — ¡Fue Leo! — Gritó, señalando al capataz caído — Leo, el distribuidor del muelle B ¡Dijo que el señor Marco lo obligó! El caos de la traición me llenó de una rabia fría. Mi padre había usado a la basura más baja de la cadena para golpear mi producto. — Lucas, encárgate de Leo, que no respire más allá de esta noche. Y Marcus, sácale la verdad a este mentiroso, quiero nombres, rutas y pagos. No te ensucies con sangre, solo con la verdad. Marcus asintió, recogió al capataz como si fuera una bolsa de carbón y lo arrastró hacia una de las salas de almacenamiento. La puerta de acero se cerró con un sonido metálico final. Me quedé mirando el suelo de cemento, sintiendo el peso de la corona. El plan de Dante Moretti siempre fue la precisión, pero Marco acababa de obligarme a entrar en el juego del caos. Y eso me hizo recordar a Amalia Barnes, aquella Mujer Flama. Ella creía que la cita de las nueve era para seducirme, sin saber que yo solo la necesitaba para distraer a mi padre y hacer que baje la guardia Mi padre pensará que no haré nada por haberme robado la fórmula si me ve contento con una mujer. Si mi padre atacaba mi producto, yo atacaría su legado más fuerte, la lealtad de la vieja guardia. Y aquella mujer que llama la atención de cualquiera que pueda verla era el arma perfecta. — La cena con Amalia Barnes... se cancela. Dije a Lucas, mi voz recuperando la calma fría — Lucas, llámala personalmente, dile que es una reunión de negocios de emergencia, y que no será en la dirección que le dimos. Lucas me miró, la sorpresa cruzando su rostro. —¿Quieres que entre en el nido de la víbora? — Yo soy la víbora, Lucas. Y ella cree que yo soy la presa, es hora de que Amalia Barnes sepa lo que es sentarse en mi mesa. Y si mi padre busca el caos, le daré la distracción perfecta, ahora, haz la llamada. ~ Amalia ~ (Amalia, en su oficina, acaba de bloquear su teléfono tras recibir el mensaje de Dante) El teléfono vibró de nuevo. No era un mensaje, sino una llamada. El número era el de Dante, pero la voz era la de otro hombre que no lograba identificar a la perfección. — Señorita Barnes, soy Lucas, el asistente personal de Dante, la cena ha sido cancelada. El Señor Moretti tiene una emergencia de negocios. Fruncí el ceño confundida ¿Cancelada? ¿Se ha asustado? Huele a que está planeando algo, pero miedo no tengo. — No me gusta que me hagan perder el tiempo, Lucas. — Se lo aseguro, no es perder el tiempo. El señor Moretti la necesita, la ubicación ha cambiado. Será en L'Ombra, a las diez en punto. L'Ombra... Ese era el nombre del restaurante. Si está tan ocupado ¿Para qué quiere comer? — Pero no en el comedor principal, pregunte por la sala privada dos, y me ha pedido que le transmita un mensaje. — ¿Un mensaje? ¿Qué tipo de mensaje? No entiendo porqué no llama él y manda a su asistente. — Que traiga su excusa, la necesitará más que nunca. Colgué. Mi corazón latía con una mezcla de frustración y excitación. Él estaba cambiando las reglas, haciéndolo más peligroso, más directo. Pero la había llamado al restaurante, el lugar que ella acababa de investigar. El lugar que estaba justo encima de El Búnker. Una sonrisa fría y maliciosa cruzó su rostro. Él estaba jugando a la guerra, y yo le estaba dando el campo de batalla. Si quieres saber quién ganará esta guerra, te puedo asegurar que el más fuerte siempre triunfa. Y la más fuerte aquí, es Amalia Barnes






