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Amanda: Ya es muy tarde

Después del momento fuerte con mis padres me fui a casa de Alison, no tenía nadie más a quien buscar o en quien confiar. Entré a su casa luego de pasar algunas horas afuera recostada a su puerta.

―Perdona que haya venido así―dije en medio de un mar de lágrimas que no podía controlar.

―Tranquila. Debiste avisarme y no quedarte ahí afuera―Me miró triste y observó la herida de mi mano―, sabes que esta es tu casa también.

―Gracias―La abracé con fuerza.

No quería hablar de lo sucedido, pero le conté un poco lo que había pasado y la fuerte discusión con mi padre.

―Olvida todo eso ¿sí? Es momento de que logres tu sueño, pero ahora vamos a revisarte esa mano.

―Ya lo perdí todo... ―Cubrí mis ojos recordando el local y la e****a.

―No pienses en eso, por favor―Limpió mi mano―. Ahora debo ir a trabajar. Descansa hoy. Ya mañana será otro día.

―¿Vas al Luxury Place?

―Sí… lamento haberte llevado, creí que…

―Está bien. Ya pasó, cuídate ―La abracé y se retiró, no sin antes indicarme el cuarto de huéspedes.

―Tú también… y no olvides revisar la herida de tu mano con frecuencia.

―Tranquila, es un pequeño rasguño.

―Igual… ―Sonrió. 

Me quedé sola en el apartamento de Alison y no tenía ánimos de buscar trabajo, de salir y ser rechazada una y otra vez como las últimas veces. Me preparé un café y revisé mi celular. Tenía varios mensajes y notificaciones sin revisar, pero para mí sorpresa, encontré un mensaje que casi hace que me ahogue con mi café.

«Soy la ganadora del concurso»

«Conoceré a Fabián Mistic»

«Esto debe ser una broma»

Revisé de nuevo con calma el mensaje y debía enviar mi respuesta. Y era evidente que sí quería conocer a Fabián Mistic.

Acepté sin pensarlo.

Terminé de beber mi café, envié varias solicitudes de empleo y nada, no tenía ni siquiera una mínima posibilidad.

Volví a revisar el correo y el mensaje de respuesta del concurso, me indicaba lo siguiente:

“Hola, estoy muy emocionado por conocerte. Nos vemos mañana a las ocho de la noche en el restaurante “Fire”. Te espero.”

La emoción recorrió todo mi cuerpo y por un segundo olvidé la pesadilla que era mi vida, la discusión con mis padres y mi situación de desempleo. Pero mi realidad era más fuerte que yo y; aunque me alegraba haber aceptado conocer al escritor que más admiraba en el mundo, no estaba segura de poder ser capaz de ir.

«No tengo un vestido de gala»

«¿Y qué podía conversar una amante de la pastelería con el escritor más famoso de toda España?»

Pasó el día no y dejaba de pensar en eso. Llegó Alison, le conté todo y no salía de su asombro ni de su insistencia.

―¡Tienes que ir! Esa no es una respuesta que debas pensar una y otra vez.

―No lo sé.

―Además, ya dijiste que sí.

―Sí, pero no estoy obligada a asistir.

―Lo sé, pero tú lo admiras y lo ganaste. Algo bueno tenía que pasarte. No puedes dejar pasar una oportunidad así.

―La cena es mañana.

―Entonces mañana irá la diosa: Amanda Castillo, a conocer a Fabián  Mistic ¡Qué emoción! ―gritó y brincó muy emocionada.

―No exageres.

―Debes verte espectacular. Me tomó del brazo y entramos a su closet.

Sí, es tan grande que ambas cabemos en él.

Observé a mi alrededor y tenía vestidos maravillosos; unos más bellos que otros. Me coloqué algunos y la mirada de Alison me hizo confirmar que había encontrado el vestido perfecto para la noche.

Sin embargo, aunque pensaba que todo podía salir bien, al llegar el momento de la cena, todo fue muy diferente.

***

Al día siguiente:

―¡Estás preciosa!―dijo Alison al verme salir de su habitación lista para ir al restaurante “Fire”.

Llamé a un taxi, pero por un problema de tráfico llegó tarde. Eran más de las 8:30 y no había llegado al restaurante.

A los pocos minutos, me detuve frente al restaurante, pero al ver que casi eran las 9:10 de la noche sentí mucha vergüenza y no fui capaz de entrar.

Me quedé sentada en el taxi por varios segundos para pensar, pero mi padre llamó para hacer que la noche tuviera el peor de los finales.

―¿Para qué me llamas? ―Le pregunté inmediatamente al atender la llamada sin apartar la mirada del nombre “Fire”.

―Tu madre se cayó. Estamos en el hospital.

―¿Ella está bien?

―Ya te dije que estamos en el hospital…―Colgó la llamada y le pedí al taxi que me llevara hasta allá.

Llegué al hospital y ubiqué la zona de emergencia. Entré, y mi padre estaba sentado en el fondo con sus manos sobre la cabeza.

―¿Dónde está mamá?

―¿Ahora eres importante? ¡Toda elegante!

Me observó de arriba abajo

―¿Qué dices? No es tu problema. ¿Dónde está mi mama? ―No dijo nada y señaló en el fondo la habitación 12.

Caminé rápido, abrí la puerta despacio y mi madre estaba acostada en la cama con su pierna en alto. Sé que quizás ella no era la mejor madre del mundo, pero sabía que me amaba y yo también. No podía ser indiferente con ella. En cambio, lo que le pasara a mi padre, si no me importaba en lo absoluto.

Mi madre escuchó mis pasos y abrió un poco sus ojos.

―Tranquila, descansa―Me acerqué y tomé su mano.

―Hija… ¿Estás bien?

―Sí―sonreí.

―Estás muy linda…

―Es una larga historia… ¿y tú estás bien?

Asintió, pero de nuevo cerró sus ojos. La dejé descansar y de nuevo volví afuera con mi padre.

―¿Cómo se cayó?

―Estaba limpiando el desastre que dejaste en la cocina del restaurante.

―¿Qué yo dejé? ¿quieres culparme por lo que le pasó? ¡Siempre dejaba esa cocina impecable! ―De nuevo se quedó en silencio y lo miré con rabia e impotencia―. Mañana pasaré a verla en la mañana, a las ocho. Espero que no estés aquí en ese momento―añadí con tristeza.

―¿Conseguiste trabajo?―Me preguntó mientras aún estaba de pie frente a él.

―¿Acaso eso te importa?―respondí.

―En realidad no… es que― Y señaló mi vestido.

―No es tu problema ―Le sonreí, me di media vuelta, pero cuando quería irme, un doctor se aproximó a él y me acerqué también.

―Su esposa tiene una fractura muy delicada en la pierna, debe haber sido una caída muy fuerte. Va a requerir de una intervención quirúrgica.

―¿Cómo es posible?. ¡Se resbaló limpiando! ―Miré a mi padre y bajó su rostro.

―Necesito que firmen los papeles y con un abono del dinero podrá ser operada pronto.

―Papá, ¿y el seguro médico? ―Ignoró mis palabras―. ¿Papá?

―Está vencido―dijo avergonzado.

―¿Cuánto dinero es la operación?―Le pregunté al doctor, me entregó un papel, dibujó una línea en sus labios y se retiró.

Leí lo que decía y la cifra era una verdadera locura, pero en ese momento solo sentí mucha rabia por mi papá y su falta de responsabilidad como siempre. Tomé el papel con una mano y se lo coloqué en su pecho.

―Toma…

―No tengo esa cantidad ―dijo preocupado con el papel en sus manos.

―¡Necesita ser operada!

―¿De dónde saco esta cantidad?

―No lo sé. Por lo menos hace falta la inicial. El resto veremos.

―¿Y cómo piensas pagar?

―¡Deja de retarme y de hacerme sentir que no soy capaz! … Puedo conseguir un trabajo y ayudar a mi mamá… Ya no soporto estar en el mismo espacio que tú. No quiero verte aquí mañana. Solo trae el dinero para la inicial que yo me encargo del papeleo.

Me retiré a la casa de Alison y había olvidado por completo la cena en el “Fire”. Me sentía muy mal por no haber asistido y quizás lo mejor era no regresar; y solicitarle a la editorial que alguien más tomara mi lugar. Ahora solo me preocupaba mi madre y conseguir el dinero para la operación de su pierna.

―Tienes que ir―insistió de nuevo Alison.

―Lo dejé embarcado―dije sintiéndome terrible y avergonzada.

―Por favor, tu mamá está en el hospital. Él tiene que entender eso.

―Es Fabián Mistic, no es cualquier persona. Estoy tan apenada. Además, me enteré de lo de mi madre muy tarde. Se supone que ya debía haber estado en la cena con él. No lo sé. Además, necesito salir a buscar un empleo mañana mismo.

―Acepta mi ayuda. Es tu mamá.

―¿Cómo te pagaré después? Ya es suficiente con lo que perdí en la e****a del local―dije avergonzada.

―No te estoy pidiendo que me pagues.

―Pero…

―Nada de peros... Mañana vas al hospital, pagas la inicial de operación y te vas en la noche a la cena.

―Suena muy fácil. ¿Y dejo sola a mi mamá?

―Solo serán un par de horas y seguro que estará dormida. Además, mañana no la van a operar; eso demora algunos días.

 Alison siempre me convencía con sus argumentos y esta vez lo había logrado de nuevo. Acepté su dinero, pero con la condición de que mi padre le pagara cuanto antes.

A la mañana siguiente, antes de salir al hospital, envié un correo a la editorial, y expliqué que había tenido un problema. Aún no tenía una respuesta de su parte.

Volví al hospital y mi madre aún estaba dormida. Mi padre no estaba y agradecí no verlo en ese momento. Me quedé un poco con mi madre y me retiré a la caja del hospital para cancelar la inicial del dinero para la operación.

―Está todo listo, Srta. Castillo―dijo una enfermera entregándome el recibo de pago.

―Gracias―Tomé el recibo y lo guardé en mi bolso―. ¿Cuándo será la operación?

―El doctor debe evaluarla, hacerle unos análisis y se decidirá la fecha.

Asentí y quería retirarme, pero mi padre había llegado y en ese momento no quería hablar con él del dinero. Además, tampoco quería discutir por cualquier cosa, pero él siempre buscaba alguna manera de hacerlo. Caminé algunos pasos y quedé frente a él.

―Pensé que ya no estarías aquí―dijo viendo su reloj.

―Ya me voy… Ya cancelé la inicial de la operación…

―¿Dónde conseguiste el dinero?

―Alison me lo prestó, hay que devolvérselo pronto.

―El restaurante va muy mal, no tengo dinero.

―Eso no me importa ahora. Tienes que resolver de alguna manera para pagar el resto de la operación. Después se le paga a ella.

―¡No estás escuchando que no tengo el dinero!

―¡El que no está escuchando eres tú! Además, todo esto es tú culpa, empezando por haber dejado que el seguro se venciera. Ahora más que nunca hace falta. ¡Resuelve! Llama a la aseguradora, no sé, pero algo hay que hacer.

―¡No me alces la voz!―dijo, alzando la suya.

―No, no me digas cómo hablarte. ¡Ya basta de tú dominio!

―Si no estuviéramos en este hospital ahora mismo te…

―Ahórrate la última palabra―Lo observé fijamente―. Me tengo que ir. Cuida a mamá y consigue el resto del dinero. Vendré esta noche a verla y espero que no estés.

Revisé mi móvil mientras buscaba la salida del hospital con mis lágrimas a punto de caer; y tenía la respuesta de la editorial.

Revisé el correo, muy nerviosa:

“No te preocupes, entendemos perfectamente lo sucedido. Fabián esperará por ti esta noche”.

Esta vez no podía fallar por nada del mundo a la cena con Fabián Mistic.

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