ARIA
Helena ordenó a Terry y Zael que fueran a la garita del norte para informar sobre la situación.
¿Por qué los centinelas no respondían al teléfono? Eso nunca pasaba. Si necesitaban dormir o patrullar, se turnaban, y siempre había alguien pendiente.
Era extraño.
Debí reflejar mi nerviosismo en la cara porque Helena se acercó, me tocó el hombro suavemente y me miró directamente a los ojos. Luego, con la misma mano, me acarició la cabeza y dijo:
—Bien hecho.
Sentí que las lágrimas querían escaparse.
Helena confiaba en mí.
La preocupación comenzó a reflejarse en el rostro de Nala; su semblante cambió por completo. Helena no perdió tiempo y tomó el mando. Lo primordial era proteger a los cachorros.
Otras hembras se unieron a nosotras, y juntas elaboramos un plan: reunir a los pequeños y llevarlos a la mansión del Alfa, lejos del alcance de los Rogues.
Era el lugar más seguro, porque de todas las opciones, era más fácil de defender.
Si las familias vulnerables y los cachorros estaba