ARIA
Cuando llegamos a la zona de partida, el bullicio de la celebración nos recibió de inmediato. El equipo contrario estaba radiante, chocándose las manos y con sonrisas orgullosas, a pesar de las heridas visibles que mostraban tras el enfrentamiento con los guerreros experimentados.
Habían encontrado al cambiaformas desaparecido.
Nos transformamos a nuestra forma humana, no sin antes coger nuestra ropa que se encontraba entre los árboles.
Mis pasos se hicieron más lentos al cruzarme con la mirada de Seik. Su expresión era neutra, pero algo en su mirada me hizo sentir como si pudiera leer mi decepción. Bajé la cabeza, incapaz de sostener su mirada. Quería ganar, quería que los miembros de la mannada reconocieran mi esfuerzo, mi valía...
¿Por qué tenía que ser tan patética?
Antes de perderme aún más en mis pensamientos, la voz profunda de Zael irrumpió como un trueno, rompiendo el silencio incómodo de nuestro grupo.
—¡Esto es culpa tuya, Terry! —gruñó Zael, con una mezcla de rabia