Por suerte, Yazmin esquivó a tiempo, y el cenicero de cristal que le lanzaron se estrelló contra el suelo, rompiéndose en varios pedazos. Yazmin, bastante asustada, se tocó el pecho y dijo con voz calmada:
—No fue mi intención tocar tu computadora, solo quería que te levantaras un poco para descansa