Armando miró a Iván y a Felicia, y luego a Ximena, sentándose en el sofá y sirviendo dos tazas de fresco, empujando una hacia el lado opuesto de la mesa de centro.
—¿Qué pasa? ¿Temes que no te deje ver a los niños de nuevo?
Ximena no respondió, pero apretó inconscientemente las manos de los niños. I