—¡El chisme de Lisan-loco! —dijo Marcus, misterioso.
Los ojos de Ricardo se iluminaron con un brillo de curiosidad.
—¿En serio?
—¡Cien por ciento real! Sin mentiras.
Marcus llevó a Ricardo a un lugar apartado.
—¿Sabías por qué Lisan-loco se empeñó en ser soldado en aquel entonces? Nadie podía detene