Iván la miró confundido.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque... —comenzó Ximena, con los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas. La culpa la ahogaba, incapaz de decir esas palabras: «Soy tu mamá».
Lisandro, conteniendo la ira ardiente en su corazón, miraba a Iván con una mezcla de ternura y culp