Tras escuchar estas palabras, Ramón se sintió incómodo. Con casi noventa años, ¿cómo era posible que una niña pequeña lo estuviera reprendiendo?
—Bueno, abuelo lo pensará, a ver si quiere ser tu amigo.
Dijo con seriedad, aunque no pudo evitar pellizcar cariñosamente la mejilla de Felicia. «¡Qué incr