En ese instante en que sus miradas se cruzaron, Ximena sintió un torbellino de emociones en su pecho, como si algo quisiera salir.
Felicia corrió hacia su madre y gritó con emoción: —¡Mamá, mamá!
Ximena, sacudida de su ensimismamiento, tomó rápidamente la mano de Felicia y ambas se apresuraron a salir del restaurante.
No quería encontrarse con Elena.
Se sintió como si estuviera huyendo.
Desde la arenera, Mateo, sosteniendo su carrito, observó cómo Felicia y su madre reían y jugaban. La sonr