—Este reloj no pertenece ni a ti ni a nadie de aquí —dijo Ximena, guardando el reloj en su bolso y cerrándolo.
Fernando se quedó con el descontento, al igual que Rebeca.
Pero Fernando, sintiéndose culpable, señaló a Ximena y, llevando su silla, fue a la puerta a desquitarse.
Rebeca no conocía el origen del reloj, solo pensaba que era algo de su suegro Fernando, y que Ximena quería apropiárselo.
—¡Ya te casaste, ya no perteneces a esta familia! ¡No tienes derecho de llevarte las cosas de tu c