¡Lisandro estaba atónito!
¡Ximena, una mujer tan tierna y obediente, cómo podría cometer un homicidio intencional?
¡Seguro la habían incriminado!
Lisandro llegó a la comisaría a la mayor velocidad posible.
En ese momento, el día estaba por amanecer.
El cielo del este mostraba un tono blanquecino.
Diego y Mariana estaban hablando fuera de la comisaría.
Mariana le dio una patada a Diego: —¡Si quieres irte, vete tú solo!
Diego bostezaba sin parar: —Está bien, está bien, me quedo contigo, no