La oficial le dio muchos más consejos y le advirtió sobre sus futuras acciones.
Ximena, agradecida, la agradeció y salió de la estación de policía.
Lisandro, después de firmar los papeles, también salió.
Él miró a Ximena, pero ella no podía mirarlo y desvió la mirada.
Lisandro intentó hablar con Ximena, pero no sabía qué decir. Después de dudar un ratito, la tomó del brazo y dijo: —Vamos a casa.
Ximena no quería ir en su coche y retiró su brazo.
Diego, con una gran sonrisa, intentó hablar