Ian y yo nos miramos titubeantes e indecisos, puesto que no sabemos qué hacer ante esta incómoda situación.
—Este... —balbuceo sin idea de qué decir.
—Pasa de la media noche, está cayendo tremendo aguacero y ni siquiera sabemos dónde estamos. Seguiría buscando, pero es peligroso andar en moto a esta hora y bajo la lluvia, aparte de que no sabemos si encontraremos lo que buscamos —razona él.
¡Carajo!
Ian tiene razón, esta es una situación de emergencia y no tenemos más opciones. Además, él está enchumbado de agua porque me cedió su capa, por lo que necesita quitarse esa ropa.
—Vamos a tomarla —contesto, después de meditarlo por unos minutos.
Él suspira aliviado y regresa a la recepción.
—Ven conmigo —comanda, cuando tiene las llaves en la mano.
Con gran nerviosismo y la sensación de que estoy actuando mal en el pecho, camino detrás de él con pasos lentos y temerosos. Me detengo en el instante en que Ian se para frente a una puerta, entre las tantas que hay aquí afuera. He estado en hot