Esa noche Eliss durmió intranquila, no recibió respuesta a ninguno de sus mensajes y le preocupaba que sus hijos pudieran estar en problemas, lo que el guardaespaldas le había dicho, también le preocupó, si era cierto, entonces los hombres de Michael también corrían peligro si este se enteraba de la traición. Conocía de sobra al hombre y sabía lo letal que podía llegar a ser.
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Al día siguiente, Harry se había levantado con una migraña del demonio, se había reunido con sus hermanos para beber un par de tragos en su departamento y terminaron tan ebrios que durmieron sentados, por eso no logró ver el mensaje de su madre.
-Ay...
-¿Qué te pasa?
Le preguntó Michael, viendo como su hermano se presionaba las sienes.
-Me duele la cabeza, Michael, me siento de la mierda.
-Ja ja ja ja.
¿Nunca has bebido o qué?
-No así...
-Toma un baño, te prepararé algo para la resaca.
-Gracias Josh.
-Ja ja ja.
Erin sólo reía.
Harry tomó su ducha caliente y poco a poco sus pensamientos se fueron aclarando,