Uno de sus guardaespaldas me hizo sentarme mientras me apuntaba con su arma discretamente.
La tenía dentro de su gabardina.
Este hombre había deducido que yo era diferente de Azura, a ella no le había apuntado con su arma desde el primer momento.
-¿Qué es lo que quiere de mí, señor Adams?
Sea directo, no me gustan los rodeos y ambos sabemos que usted no se cree el cuento de que no sé cuáles son sus intenciones respecto a su hijo Michael y su nuera Sofía.
Frunció el ceño, le molestó escuchar que Sofía era su nuera.
-Esa perra no es mi nuera, aunque se haya casado con el idiota de mi hijo...
-Hable, señor Adams.
-Tengo una propuesta para ti.
Tú decides si la tomas o la dejas...
-¿De qué se trata?
Mantenía mi mirada fija en la suya, si pensaba intimidarme estaba equivocado.
-Te ofrezco una vida libre de preocupaciones, un fondo para tu retiro, llenar tus bolsillos de dinero.
-¿A cambio de qué?
-A cambio de que te marches, desaparece, aléjate de mi hijo.
El dinero que te daré será sufici