98. Reconstrucción Corporativa
Tres días después del veredicto, Max solicitó una reunión con la junta directiva de Constructora Undurraga. Era un movimiento audaz que me quitó el aliento cuando me lo contó durante el desayuno.
La noticia se filtró rápidamente por los círculos empresariales de Madrid. Los medios especulaban sobre si la junta permitiría el regreso del "heredero caído", como lo habían etiquetado algunos periodistas.
Cuando me preguntó si lo acompañaría, acepté inmediatamente. No como su esposa—ese capítulo de nuestras vidas estaba cerrado—sino como apoyo moral, como alguien que entendía exactamente lo que había costado llegar a este momento.
La noche anterior, lo encontré en su estudio revisando documentos financieros hasta altas horas. Su determinación era palpable, pero también su vulnerabilidad.
—¿Qué pasa si no resulta? —me preguntó cuando entré con una taza de café, sus ojos mostrando una incertidumbre que rara vez había visto antes.
—Entonces encontrarás otra forma. Pero creo que van a reconocer