Baltazar estaba desesperado, no entendía por qué Sergei tardaba tanto en llegar con noticias. Había pasado más de una hora desde que había ido a buscar los registros de las cámaras de seguridad y todavía no regresaba.
―Cálmate, hijo, no sacas nada con desesperarte ―le dijo su padre.
―No puedo estar tranquilo, papá, Diana está desaparecida y no sé dónde. ¿Por qué se fue así? Estoy seguro de que algo malo le ocurrió. Voy a casa de Francesca, ella debe estar metida en esto.
―Si quieres te acompaño.
―Te lo agradecería.
Iban a salir, pero Sergei entró a la casa.
―¿A dónde van? ―preguntó extrañado.
―Íbamos donde Francesca, queríamos saber si ella sabe algo.
―No es necesario ―contestó el guardaespald