El día del funeral, el cielo estaba gris, parecía que llevaba en él la tristeza de Diana en él. El sacerdote llevó a cabo un oficio para los dos ancianos.
Diana se alegró de poder tener a sus dos abuelos juntos, tendría donde visitarlos. Agradeció en silencio el haber encontrado a Hamilton y a Baltazar, de otro modo, nada de eso sería posible. Su abuela habría sido removida del cementerio en el que estaba para ser trasladada a una fosa común y a su abuelo lo estarían utilizando para fines científicos.
Después de las palabras del sacerdote y de bajar los ataúdes, Diana se acercó y lanzó un clavel a cada uno. La siguieron en el acto, Hamilton y Baltazar.
Baltazar pasó su brazo por sobre el hombro de su prometida.
―¿Tranquila? ―le consultó.
―Sí, estoy más que tranquila. Ellos descansan