CAPÍTULO 30: NO PUEDO GUARDAR RENCOR

CAPÍTULO 30: NO PUEDO GUARDAR RENCOR

Entre el nerviosismo de Lucía y mi ansiedad, comienzo a creer que es una terrible idea, sin embargo, no me detengo en mi misión.

—Vamos Lucía, tú te quedas ahí afuera en el pasillo y me avisas si es que viene alguien, ¿entiendes?

—Pero y si… y si él llega o la señora Camila.

—Tocas la puerta, los distraes un poco hasta que yo pueda salir, ¿está bien? De todos modos no debería haber problema, los escuché decir que irían al almorzar.

—Ay no sé seño… digo, Isabella, no sé. Esto me pone nerviosa.

—Si haces lo que te digo no tendría que pasar nada.

Ella asiente, pero noto sus manos sudadas y temblorosas. Mi corazón también late con fuerza, pero me obligo a mantener la calma.

Llegamos a la puerta de la oficina de Leonardo. Miro a ambos lados del pasillo, asegurándome de que nadie nos esté observando, y entro rápidamente. La oficina está impecablemente ordenada, casi demasiado perfecta. Me acerco al escritorio y comienzo a revisar los documentos que es
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