CAPÍTULO 31: ÉL ESTÁ EXTRAÑO
La conversación con mi padre me dejó más afectada de lo que quiero admitir, trayendo recuerdos traumáticos a mi memoria que pensé haber olvidado para siempre. Cuando perdí a mi madre sufrí mucho, pensé que no iba a poder soportarlo, fue ahí cuando conocí a Leonardo y estúpidamente me enamoré de él idealizando a un hombre que nunca existió.
Regreso a casa pensando cómo demonios voy a conseguir medio millón de dólares en unos pocos días. El tratamiento que mi padre dice necesitar es muy costoso y no creo que si le pido esa cantidad a Ricardo me la dé sin más.
Llego a la mansión, cansada y frustrada. Hoy no fue un buen día, no conseguí nada y solo aumenté un problema más a mi lista.
Me saco los tacones y me dejo caer en el sofá de la sala por un momento. De pronto escucho los pasos pesados de unas botas detenerse detrás de mí. Abro los ojos y veo a Ricardo observándome con el ceño fruncido desde arriba.
—¡Ricardo! Pensé que no estabas —digo sin pensar.
—¿Por