Alina frunció el ceño y dio un paso atrás para alejarse de ese contacto, ya que le dolía ver que esos ojos que alguna vez la veían con amor ahora la miraban con odio y asco.
- Yo sigo siendo yo, pero veo que tú has cambiado – declaró ella un poco dolida.
- Creo que sabes de quien es la culpa.
- Eso lo sé, pero noto que eres tan estúpido que caíste en sus mentiras – dijo ella frunciendo el ceño.
- ¿Qué? – habló Guillermo frunciendo el ceño.
- Recibiste una carta anónima que te decía que te engañaba y solo estaba contigo por interés ¿verdad?
- ¿Lo vas a admitir?
- No admito nada, te estoy diciendo que tengo copias de esas cartas porque siempre recibías la misma sin parar ¿o no?
- … - Guillermo ahora miraba confundido a la castaña, ya que eso era verdad y eso fue algo que jamás le dijo a ella, pero era cierto… diario recibía esa misma carta en la empresa y su contenido jamás variaba hasta el punto de hartarle y pensar que era una broma; de hecho, casualmente dejaron de llegar cua