Miguel ya estaba harto de estar encerrado en la casa porque su padre no lo dejaba salir para ir a cobrar una justa venganza contra esa estúpida mujer.
En eso vio que su padre terminaba de hablar por teléfono, el cual se miraba muy feliz y emocionado mientras terminaba la llamada para regresar a la mesa donde el rubio estaba sentado comiendo en esos momentos.
- Parece que las cosas llegaron a ese punto – opinó divertido el mayor mientras se servía un poco más de vino antes de seguir disfrutando sus alimentos.
- ¿De qué hablas? – preguntó Miguel arqueando la ceja.
- Pues… parece que, si te podrás vengarte, después de todo.
- ¿Ah sí? ¿y cómo? si esa perra cerro la casa y la seguridad jamás nos dieron su apoyo.
- Ellos nos darán una oportunidad porque parece que esa mocosa ya los harto e igual los recluyo a una habitación sin privilegios.
- Espero que así aprendan que jamás se le debe dar consideraciones a una mujer, ellas deben saber que su lugar está en la cama de su esposo y criando a