-Señor…- Uno de sus hombres, de los más novatos y del que no tenía idea de su nombre, estaba esperándolo a la salida del hospital con uno de sus vehículos que solo podía usar su hombre más confiable.
-¡¿Qué significa esto?!- le gritó. Desquitándose toda la bronca acumulada de hace un momento con él- ¿Dónde está Gómez? - Se acercó amenazante hacia el muchacho. Quien retrocedió asustado y chocó su espalda con fuerza contra el auto.
-S-se-ñor- comenzó a tartamudear del miedo.
-Vamos, habla de una maldita vez- Lo tomó de su playera y lo sacudió en el aire. Estaba impaciente- No tengo todo el maldito día
-¡Perdón mi señor!- Gritó asustado cerrando con fuerza los ojos- Será mejor que venga conmigo hacia el galpón
-¿Disculpa?- dijo largando una risa sarcástica- ¿Y desde cuando soy yo quien recibe las órdenes?
Nicolás cerró el puño con fuerza, preparado para golpear el rostro a estrenar del muchacho. En esos momentos no le venía mal una bolsa de boxeo.
-¡Por favor!, solo me dijeron que lo