A la mañana siguiente, Sara tomaba un café en su habitación pensando en cómo llegar al hospital con las dos maletas de mano y las dos mochilas llenas, cuando recibió una llamada de Rashad.
—Te estuve llamando anoche, pero no contestaste mi llamada —dijo Sara al responder el móvil.
—Te dije que tenía un compromiso, te dejé otro número por si había una emergencia, ¿la hubo? —preguntó Rashad aparentando indiferencia.
Alguien tocó la puerta de la habitación, como estaba hablando por el móvil la abrió sin pensarlo mucho y se encontró a su exesposo con el teléfono pegado en la oreja. Cerró la llamada y le cedió el paso para que entrara.
—Sabes que no, te llamé por las cosas que había en mi habitación cuando llegué. No acordamos que me compraras pijamas, cremas, maquillajes y demás cosas superfluas que encontré —replicó ella.
—Le dije a Jocelyn que comprara todo lo que necesitaría una mujer, menos ropa y zapatos hasta no haber hablado contigo, por supuesto —respondió Rashad.
—Rashad, no