Cena De Negocios
Ilya Petrov se detuvo frente al imponente edificio del hotel, sus ojos fríos observando la entrada iluminada. Sabía que no podía evitar esta cena, pero no dejaba de maldecir en silencio. Luka le había dejado claro que su presencia para acompañar a la hija del cliente era crucial para las negociaciones y él, como siempre, no tenía opción. Lo peor de todo era que sabía perfectamente que Luka lo estaba vigilando de cerca. Siempre lo hacía. El líder del clan Luna Carmesí nunca dejaba nada al azar, especialmente cuando se trataba de algo tan delicado como un trato con otro clan y dinero, por supuesto.
Con un suspiro hondo, Ilya ajustó el cuello de su camisa, asegurándose de que su atuendo estuviera perfecto. La camisa blanca, ligeramente ajustada a su torso, contrastaba con el elegante traje negro que lo envolvía como una segunda piel, resaltando su figura imponente. Los detalles plateados de su reloj y la cadena en su muñeca no eran casuales; todo estaba pensado para causar una impresión. Sin embargo, lo que realmente dejaba huella no era su vestimenta, sino la energía que emanaba de él. Ilya era un depredador, y su presencia lo decía todo.
Cuando entró en el comedor del hotel, un espacio elegante, decorado con luces suaves y una atmósfera cargada de susurros y miradas furtivas. Al instante, los ojos de todos los presentes parecían fijarse en él. No era solo por su apariencia, sino por el aura peligrosa que lo rodeaba. Como un lobo que se había infiltrado entre ovejas, su sola presencia desataba una tensión palpable en el aire.
A lo lejos, vio a Luka esperándolo junto a una mesa donde ya se encontraba una mujer de elegancia innegable y un hombre de unos cincuenta años. Su figura esbelta estaba vestida con un delicado vestido de seda negro que caía suavemente hasta sus tobillos. La luz la iluminaba de manera cautivadora, pero no era su belleza lo que llamó la atención de Ilya, sino la forma en que su postura se mantenía firme, incluso en este entorno sofisticado. No era elegancia era poder y prepotencia y eso le desagradó. Otra mujer que cree que él es parte del menú sólo porque sus papis tienen dinero.
Luka levantó una mano, indicando la mesa.
- Ilya, me alegra que hayas llegado. Te presento a Isabella. - su voz era tranquila, pero sus ojos vigilaban cada movimiento de Ilya - Isabella, esta es la persona que mencioné. Ilya Petrov, trabaja conmigo.
La mujer levantó la vista al oír su nombre. Sus ojos se encontraron con los de Ilya y, aunque su expresión se mantenía serena, había una chispa de curiosidad que no pasaba desapercibida. Isabella extendió la mano, su gesto elegante y calculado, pero Ilya no podía evitar notar la tensión contenida en su postura.
Ilya sonrió de forma suave, una sonrisa enigmática, casi arrogante, pero esa era su carta de presentación. Tomó la mano de Isabella, su agarre firme, aunque no aplastante, demostrando el control absoluto que siempre ejercía sobre su entorno. No iba a ser parte de su menú, menos su postre. Era más valioso que acostarse con cualquiera que le abriera las piernas.
- Un placer, Isabella. - su voz era suave, pero con una nota peligrosa, como un susurro cargado de promesas no expresadas tomando el control de la interacción. “Soy el alfa, cariño. No tú”, pensó - Espero que no se haya hecho demasiada expectativa sobre mí.
Isabella lo observó detenidamente, sus ojos analíticos, pero sus labios esbozaron una sonrisa contenida.
- El placer es mío, Ilya. He oído mucho sobre ti. - dijo con tono neutral, aunque algo en su mirada delataba interés - Espero que esta cena sea tan... intrigante como los comentarios sobre tu reputación sugieren.
Luka hizo un gesto hacia el asiento vacío a su lado, indicándole a Ilya que tomara su lugar.
- Entonces, empecemos. - Luka dijo mientras observaba atentamente al cliente y a su hija, sin ocultar su vigilancia.
Ilya se sentó con una actitud relajada, pero su mente estaba atenta a cada movimiento de Isabella. Sabía que no podía fiarse de nadie en ese entorno. Los vampiros que se movían en los círculos mafiosos no eran exactamente lo que parecían, y el ambiente cargado de secretos y juegos de poder era más peligroso de lo que cualquier simple conversación de negocios podría sugerir.
Pero Ilya tenía algo más: el control absoluto sobre sí mismo. Con un gesto, hizo que un camarero trajera la botella de vino, sirviendo el primer vaso mientras sus ojos nunca se apartaban de Isabella.
Mientras la conversación avanzaba, Ilya se mantenía tranquilo, sus respuestas elegantes, pero medidas, su lenguaje corporal siempre calculado. Aunque la inquietud interna seguía latente, no solo por los negocios que se discutían, sino por el hecho de que algo sobre Isabella lo mantenía alerta, algo que no podía definir.
- ¿Qué es lo que realmente deseas, Isabella? - se atrevió a preguntar finalmente, su voz cargada de un desafío sutil.
Isabella sonrió, pero en su mirada había algo que le decía a Ilya que esta noche no sería como las demás.
La atmósfera en el comedor se tornó más tensa a medida que las conversaciones de negocios entre Luka y el cliente vampiro se alargaban. Isabella, con su porte elegante y su mirada desafiante, continuaba observando a Ilya como si le conociera desde siempre y cuando Ilya le preguntó, su sonrisa se hizo peligrosa.
Había algo en su actitud, algo en su mirada que lo mantenía cautivo, aunque él no se lo permitiera. Desconfianza e incomodidad eran poco.
A lo largo de la cena, las palabras entre los dos hombres se entrelazaban en una danza de negociaciones y promesas de poder, pero Ilya, siempre tan consciente de su entorno, no podía evitar sentir que algo estaba fuera de lugar.
Mientras Luka y el vampiro intercambiaban comentarios sobre las futuras alianzas comerciales, Isabella no dejó de desviar su atención hacia él. Su mirada era directa, segura, casi provocadora. Ilya, por su parte, mantenía su compostura, sabiendo que cualquier signo de debilidad sería un peligro en un entorno como este.
Fue entonces cuando lo sintió.
El toque fue ligero al principio, apenas un roce, como una caricia sutil, pero al instante, el aire pareció volverse más espeso y su atención se desvió hacia la mano de Isabella, que, bajo la mesa, comenzaba a moverse lentamente, deslizándose por su pierna. No se inmutó, su expresión se mantuvo impasible, como un depredador observando a su presa, pero su mente comenzó a acelerarse.
El roce se intensificó. La mano de Isabella subió con determinación, acercándose más y más. El control sobre su propio cuerpo, que siempre había sido absoluto, comenzó a romperse. Estaba incómodo ante la caricia descarada.
Cuando los dedos de la joven llegaron a su entrepierna, Ilya sintió una oleada de tensión recorrer su columna vertebral. El aire a su alrededor se volvió eléctrico y un gruñido bajo, casi imperceptible, escapó de su garganta ¿Qué m****a estaba pasando con él?
La mujer no retiró la mano. En lugar de eso, profundizó el toque, como si se estuviera asegurando de que Ilya la sintiera en su totalidad. Un estremecimiento recorrió su cuerpo, pero Ilya no perdió la compostura. Su rostro seguía impasible, pero dentro de él, una tormenta comenzaba a formarse. El control, ese control que siempre había sido su mayor ventaja, se le estaba escapando al sentir la mano de la mujer entre su entre pierna.
La boca de Isabella se curvó en una sonrisa que denotaba desafío y diversión. Ilya apretó los dientes, su pulso se aceleró. Esa mujer, esa hija de alguien que estaba frente a él por un simple juego de negocios, no tenía idea de con quién se estaba metiendo. En su mente, las imágenes se volvieron borrosas, los pensamientos caóticos. Nadie lo tocaba así. Nadie, excepto ella.
¿Ella?
El pensamiento atravesó su mente como una descarga eléctrica, pero fue tan fugaz que casi no lo notó. ¿Su compañera? Se gritó a sí mismo. Pero ¡¿Qué coño significaba eso?! ¡¿Qué m****a pasaba con él?! La confusión se apoderó de sus sentidos, haciendo que su cuerpo se tensara aún más. El instinto lo estaba gobernando, su naturaleza híbrida, su linaje, todo él quería reaccionar y el control que tanto había mantenido comenzó a desmoronarse bajo la presión de las sensaciones.
Solo su compañera.
Ese pensamiento lo martillaba con furia. La idea de la marca, el vínculo, todo lo que no quería admitir estaba apareciendo frente a él como una amenaza palpable.
De repente y, sin previo aviso, su mano se movió con rapidez, atrapando la muñeca de Isabella y deteniéndola en su curso. Sus ojos, ahora oscurecidos por una furia que apenas controlaba, se encontraron con los de ella. Isabella, sin embargo, no mostró miedo. Solo diversión. ¿Acaso creía que estaba jugando con un simple hombre?
Ilya apretó la muñeca de la mujer con más fuerza de la que pensaba, pero su expresión seguía serena. Sin embargo, los músculos de su mandíbula se tensaron y un gruñido más fuerte, esta vez audible para ella, escapó de sus labios. Su mente se estaba fragmentando entre lo que era y lo que deseaba, entre lo que necesitaba y lo que quería evitar. Su entrepierna, aún bajo la presión de Isabella, comenzó a latir con una necesidad que nunca había sentido antes, pero no por ella.
- ¿Qué te crees que estás haciendo? - dijo con voz baja, controlada, pero cargada de amenaza.
Isabella no se apartó. Al contrario, su sonrisa se amplió con una satisfacción oscura.
- Solo quería saber hasta dónde llegarías, Ilya. - respondió, sus palabras llenas de una audacia que lo desconcertó.
Ilya liberó su muñeca, pero en su interior, un conflicto feroz seguía tomando forma. ¿Por qué? ¿Por qué su cuerpo reaccionaba así?
Se volvió hacia Luka, que los observaba en silencio, sin sorpresa alguna, como si todo eso ya estuviera previsto. Ilya sabía que Luka lo conocía bien. Demasiado bien. ¿Por qué no me dijo nada sobre esto? Bastardo.
La tensión en el aire seguía siendo palpable. La mente de Ilya seguía agitada, luchando por concentrarse en las palabras que ahora se intercambiaban entre los dos hombres, pero su cuerpo era otro asunto. Había algo más que estaba cambiando, algo que no entendía y por más que lo tratara de ignorar, se estaba volviendo inevitable.